La Leyenda - se ha dicho - es el eslabón que une la prehistoria con la
Historia misma. Y en verdad, la historia del hombre en su período nebuloso no
es más que una sucesión de leyendas.
Cada vez que el ser humano se
encontró ante enigmas indescifrables o simplemente ante hechos inexplicables,
buscó en la fantasía el origen y desenlace del enigma, de acuerdo a su
sensibilidad, psicología y mentalidad. La mente tiene la facultad de reaccionar
en idéntica forma ante lo incognoscible. Por eso la leyenda, que es la reacción
del hombre ante lo inexplicable, tiene semejanzas en distintas latitudes. La
universalidad de muchas leyendas tiene en esto, y en la unidad del género
humano, su lógica explicación. Y como abarca todos los aspectos de la vida:
amor, luchas, muerte, origen, fin, etc., constituye un valioso auxiliar de la
Historia. Joaquín V. González ha dicho que la leyenda, desentraña muchos
aspectos del espíritu humano que la Historia no pudo descubrir. Representa
también, como todos los impulsos míticos, el esfuerzo del hombre por elevarse a
los sobrenaturales, magnificando hechos reales o fantásticos, para crear una
vida distinta de la vida material, tan pobre en espíritu y poesía.
Madre del Remanso
Para evitar que los niños tiren piedras en los pozos de agua, se les cuenta que un fantasma maléfico vive en el fondo de los remansos y que se enfurece cuando lo molestan. Otros dicen que es una mujer muy bella, que continuamente peina su cabellera, mirándose en el reflejo del agua. Cuando alguien intenta bañarse en el remanso, lo sumerge para siempre.
Las
Salamancas de Catamarca
Se afirma
que en la zona norte hay un hueco profundo con una puerta de entrada. Sólo
desnudo es posible atravesarla. Un cuervo negro es el que guía al visitante,
siempre y cuando éste cumpla con algunos requisitos, como beber sangre de
chancho salvaje y orina de sapo. A los pocos pasos, una enorme serpiente se le
enrosca de los pies a la cabeza. Si el visitante ha presumido de hereje, pero
no ha renegado realmente de su fe, el colmillo de la serpiente lo enviará de
inmediato al mundo de los muertos. Si ha renegado verdaderamente, la serpiente
se desenroscará. Más adelante le espera un recinto lleno de hombres y mujeres
que bailan al compás de una música agradable y atrayente. Más allá se abren
inmensos patios llenos de bellísimas flores, pájaros multicolores y tentaciones
imposibles de resistir. En otros lados existen otras salamancas, dónde es
posible aprender el arte de las brujas. En su interior, después de pasar duras
pruebas, como trepar a un árbol sacudido por la peor de las tormentas o montar
a un chivo enloquecido, las aprendices comienzan sus estudios. También el
maligno puede instigar a las brujas a arrojarse a un pozo, en cuyas aguas deben
nadar días y noches, mientras desde lo alto, éste intenta hundirlas con una
rama pelada de un álamo. La noche en que la luna llena se instala en lo alto
del cielo y coincide justo con la boca del pozo es, sin duda, la noche
definitiva. Las aspirantes a brujas que aún se mantienen a flote, ya son brujas
como el Diablo manda, y salen del pozo para realizar la mayor cantidad de
maldades posibles.
La montaña
del Alma Diaguita
Se dice que
en los faldeos del Volcán Ojos del Salado hay una gran mina de oro que
explotaban los Incas. Al producirse la opresión española se levantaron los
diaguitas, con el consecuente exterminio de éstos. En represalia el coloso de
los Andes se enfurece y se agita cuando se atreven a tocarlo, convirtiéndose en
el guardián de los espíritus de los Incas y los Diaguitas. Mientras éstos
aguardan la hora de la emancipación de la raza andina. Aquellos que se
atrevieron a recuperar pepitas de oro del lugar, sucumbieron perseguidos por el
viento blanco y la tormenta de nieve.
La leyenda de la Laguna del Tesoro
Una de las leyendas más conocidas de la provincia de
Catamarca es la que hace referencia a una laguna que está ubicada en el
distrito Aconquija, departamento Andalgalá y que recibe el nombre de Laguna del
Tesoro. Cuentan que en épocas del imperio incaico llegó la noticia del
apresamiento de Atahualpa, último inca y que se reclamaba de todo el imperio,
el aporte de riquezas para salvar la vida del emperador incaico.
Los habitantes de la zona de Andalgalá, y más precisamente
los establecidos en el Pucará, redujeron
el oro e hicieron una magnífica cadena de varios metros de largo. Cada eslabón
del grosor del puño de un hombre.
Con esta preciosa carga,
salieron rumbo al centro imperial, por uno de los caminos del inca, el que
atravesaba la selva. La comitiva llegó hasta una laguna, donde se anoticiaron
del ajusticiamiento de Atahualpa, Allí mismo decidieron arrojar a las aguas de
ésta, su presente más otras riquezas. Y desde ese momento quedó el nombre de
" Laguna del Tesoro", como hoy se conoce a la paradisíaca laguna,
situada al pie del nevado de Aconquija, en límite de las provincias de
Catamarca y Tucumán
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